Hace muchas generaciones, en las tierras de Rionegro, Santander, se tejía una leyenda que trascendía el tiempo y las edades. Esta narración hablaba de un tesoro oculto en los campos de Rionegro, un tesoro que solo los sabios de la región conocían: el cacao, la joya culinaria de la zona.
Se decía que el cacao de Rionegro era el secreto mejor guardado de los agricultores locales. Este cacao crecía bajo el manto verde de la región, alimentándose de las ricas aguas de los ríos y de la pasión de quienes lo cultivaban. Las vainas del cacao eran cosechadas con cariño y paciencia, como un tesoro que solo revelaría sus riquezas a aquellos dignos de descubrirlo.
Lo que hacía que este cacao fuera tan especial no eran solo sus sabores únicos, sino también su versatilidad. Los lugareños habían perfeccionado el arte de transformar el cacao en una variedad de productos exquisitos, desde el más oscuro chocolate hasta la más cremosa bebida. Cada receta era un tesoro guardado con celo, un legado de generación en generación.
Se dice que aquellos que probaban el cacao de Rionegro eran tocados por sus secretos. Su sabor era un viaje de descubrimiento, un placer para los sentidos que solo aquellos con un paladar sensible podían apreciar. Cada bocado era una experiencia única, una combinación de texturas y sabores que hacían que el mundo se desvaneciera por un momento.
El secreto del cacao de Rionegro era conocido solo por unos pocos, y estos guardianes del sabor eran respetados en toda la región. La tradición se transmitía de maestro a aprendiz, y cada nuevo conocimiento era un tributo a las generaciones pasadas.
Hoy en día, el cacao de Rionegro sigue siendo un tesoro escondido, apreciado por quienes conocen su valor. Los productos de cacao de Rionegro se exportan a todas partes del mundo, pero su esencia permanece en la región, como un tributo a la sabiduría ancestral y al sabor inigualable que solo Rionegro puede ofrecer.
La leyenda del cacao de Rionegro, el secreto del saber popular, perdura en el tiempo, recordándonos que en las tierras de Rionegro, el cacao es más que un alimento; es una herencia, un tesoro y un regalo compartido.
-E. Mancilla-
Santander 2023